Buscar este blog

miércoles, 19 de octubre de 2011

Parque Nacional de Manuel Antonio

Un empujoncito y acabo el relato de Costa Rica, que ya va siendo hora...

El martes teníamos la visita al Parque Nacional de Manuel Antonio. El día amaneció lluvioso, pero eso no iba a trastocar nuestros planes. Nada más llegar a la entrada del parque, la naturaleza nos saludaba, vimos a la típica ranita de 3 colores, durmiendo, eso sí, pero la vimos. 


Y a partir de ahí perezosos, ranas, mapaches, cangrejos, tucanes, insectos,... fueron nuestros compañeros de sendero.








Hasta llegar a la playa. Dentro del parque hay dos playas, a las que sólo se puede acceder pagando la entrada del parque. Son playas totalmente vírgenes, de esas de postal, y aunque nuestro día no acompañaba, más de uno se fue al agua. 








Mientras disfrutábamos del descanso y del paisaje, uno de los guías encontró a un habitante de la zona muy especial ¡y a tan sólo 2 o 3 metros de nosotros!





¡Cómo para no mirar por dónde andábamos! En la misma playa hay otros habitantes, un poco rebeldes, y un poco chorizos también. A la que te descuidas te abren la mochila para ver que encuentran para comer. Y están hasta organizados y todo!!! Uno te distrae y el otro va por la retaguardia, jaja, nos reímos mucho, porque a nosotros no nos robaron, pero la cara de los turistas que corrían detrás de los monitos para recuperar sus cosas, era un poema. Sabían abrir las papeleras y todo!!!




Después de dejar a los monos Cara Blanca, seguimos nuestro paseo por el parque. Vimos imágenes que no se deberían repetir:


Nos parece muy gracioso ver a una iguana comiendo un bollo de pan, pero su metabolismo no está preparado para digerir la comida de los humanos, así que flaco favor le hacemos a los animales salvajes dándoles de comer nuestro picnic.

Seguimos nuestro camino


Y llegamos a la segunda playa del parque.


Más abierta que la anterior, pero igual de bonita y con menos ladronzuelos, jeje.



Al salir del parque nos dirigimos a un bar a tomar un tentempié: un zumo tropical y un platito de fruta. 

Después de esto, podías volver a entrar en el parque, esta vez ya sin guía, disfrutar de las playas, recorrer los senderos,... Pero nosotros, seguíamos empeñados en nuestro panching, así que vuelta al hotel, que las hamacas nos esperan. Piscina, piscina y más piscina ¡Esto es vida!




Tarde de no hacer nada, pero en buena compañía. Unos cócteles y a cenar.

Para mí, unos fideos con marisco,




Para mi marido, cómo no, un lomito con salsa de hongos. Yo creo que tuvo que aborrecer el lomito...




Y después de una buena cena y una buena charla, al dirigirnos a las habitaciones nos encontramos con una sorpresa. La piscina la habían invadido un montón de ranas o sapos, a saber.



Me parece que al día siguiente nos íbamos a quedar sin una de las piscinas....

4 comentarios:

  1. ¡¡cuánto bicho!! El viaje es precioso.

    ResponderEliminar
  2. me ha encantado el viaje!!! pero los bichos siguen sin convencerme... con lo tiquimisquis que soy, pero creo que esos paisajes tan espectaculares a lo mejor consiguen convencerme!!
    sobre la comida, mejor acabar aborreciendo el lomito, que ponerte malo!! aun asi tenia una pinta espectacular!

    ResponderEliminar
  3. Qué chuloooo!!! Me está gustando mucho tu viaje a pesar de tanto lomito, ja,ja,ja,... pero tiene una pinta fabulosa eh?? y esos platos de fruta con sabor a fruta, esos zumos...umhumh!!
    Anda que quedaros sin poder disfrutar de la piscina por culpa de tanta rana, Ya nos contarás!!
    Bicos

    ResponderEliminar
  4. Que de verdad os digo que al final se echan de menos los bichos, jajaja. Y si, Marisa, al día siguiente cerraron la piscina para hacerle un tratamiento. Y es que de noche había 30 o 40 ranas disfrutando del bañito. El lomito, estaba riquísimo, y como casi siempre le cambiaba la guarnición, pues eso, lomito a diario.

    ResponderEliminar